No importa que tan importante, interesante, divertido y/o ameno sea un curso de capacitación, siempre llega un momento en que todos los asistentes se pierden en su propio tren de pensamiento.
Algunas veces el expositor se da cuenta y nos hace pasar al frente a hacer alguna gracia (como cierta maestra de química que me dio clases en preparatoria (¡¡hace 15 años y medio!!) pero cuyo nombre no voy a mencionar porque la mayoría de los lectores de este blog saben a quien me refiero).
Sin embargo, hay otras veces que el expositor no se da cuenta de lo que está ocurriendo, y la interacción se rompe. Simplemente la diversidad colectiva de pensamientos ataca a la reunión y por un momento, nadie acepta ningún estímulo externo. Por un instante, la audiencia duerme.
Las miradas perdidas, la posición de los brazos, el movimiento del cuerpo (o la falta de), hacen evidente la desconexión entre lo que ocurre en la sala y lo que ocurre en la mente de cada persona.
Tres segundos después hay quienes vuelven a poner atención. Luego todos olvidan ese lapso de tiempo en el que nadie supo exactamente qué ocurrió (Hasta el distraído que se tomó el tiempo de ver alrededor para saber si sólo él se estaba perdiendo).
Son muchas cosas interesantes las que se pueden aprender al observar a un grupo de personas. Si tan sólo nos pudiéramos abstraer e ignorar los efectos de pertenecer al grupo en cuestión.
Algunas veces el expositor se da cuenta y nos hace pasar al frente a hacer alguna gracia (como cierta maestra de química que me dio clases en preparatoria (¡¡hace 15 años y medio!!) pero cuyo nombre no voy a mencionar porque la mayoría de los lectores de este blog saben a quien me refiero).
Sin embargo, hay otras veces que el expositor no se da cuenta de lo que está ocurriendo, y la interacción se rompe. Simplemente la diversidad colectiva de pensamientos ataca a la reunión y por un momento, nadie acepta ningún estímulo externo. Por un instante, la audiencia duerme.
Las miradas perdidas, la posición de los brazos, el movimiento del cuerpo (o la falta de), hacen evidente la desconexión entre lo que ocurre en la sala y lo que ocurre en la mente de cada persona.
Tres segundos después hay quienes vuelven a poner atención. Luego todos olvidan ese lapso de tiempo en el que nadie supo exactamente qué ocurrió (Hasta el distraído que se tomó el tiempo de ver alrededor para saber si sólo él se estaba perdiendo).
Son muchas cosas interesantes las que se pueden aprender al observar a un grupo de personas. Si tan sólo nos pudiéramos abstraer e ignorar los efectos de pertenecer al grupo en cuestión.
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