A lo largo de nuestra vida, en todas partes nos topamos con letreros, anuncios, consejos, avisos, recuerdos, personas, comerciales, conciencia, etc. que nos dicen que debemos hacer ejercicio. Y aún cuando muchas personas tienen la precacución de hacer caso al respecto, habemos muchos más que no lo hacemos.
Durante mis tiempos de estudiante, practicaba a nivel amateur varios deportes, fin de semana de Basketball, entre semana un partido de Futbol Soccer y uno de Tochito Bandera; frecuentemente salía a correr, o a andar en bicicleta. Eso me mantenía en una condición, si no atlética/olímpica, si al menos aceptable.
Hoy en día el ejercicio que hago consiste en bajar y subir las escaleras de la casa, ya ni siquiera puedo decir que en subir o bajar pisos en el asensor de la oficina, pues ahora la oficina en que trabajo es de un solo piso. Aunque no me quejo al respecto, la oficina actual es una casa grande que está adaptada para ser utilizada como oficina. Tiene estacionamiento y cochera techados, que es una gran ventaja a la hora de prender el aire acondicionado cuando vas a salir. Y tiene un jardín grande, como para hacer una carne asada, aunque yo no voy a hablar de esa tradición que parece tan regia, pues acabo de leer un post donde se comenta al respecto.
Durante la carne asada de ayer por la tarde, en la oficina, tuve la oportunidad de enfrentarme con un deporte que había dejado por un poco más de 10 años. Lo había abandonado por falta de equipo para jugarlo y porque concentré mis esfuerzos en no concentrar esfuerzos en nada que fuera parecido a la más mínima actividad física (eso y mi alimentación a base de Pizzas y Carl's, harán que el día que me vaya a medir el colesterol, rompa la escala). El deporte al que me refiero es el Ping Pong o Tenis de Mesa.
Realmente nunca fui un jugador muy bueno, aunque le dedicaba mucho tiempo cuando estaba en preparatoria. Pero ayer por la tarde, al instante de tomar la raqueta en mis manos, inmediatamente vino a mi mente esa necesidad de tener mi propia mesa en casa (necesidad que inconscientemente fui olvidando).
Casi ni recordaba como servir, ni como jugar. Los primeros partidos fueron una serie continua de errores cada vez que la pelota se acercaba a mi raqueta. Me hicieron sentir novato y principiante otra vez (no que algún día hubiera sido pro), tanto así, que ya no podía jugar con el derecho, y estaba jugando con el revés. En mis buenos tiempos, cualquier pelota que fuera hacia mi izquierda, implicaba recorrer todo mi cuerpo uno o dos metros en esa dirección (en vez de sólo mover la mano y girarla) para poder contestar con un derecho. Hubo un momento que éramos tantas personas, que tuvimos que jugar de dobles. Y era lo mismo, cada vez que venía algún tiro complicado, yo simplemente lo fallaba.
Toda la tarde fue re-acostumbrarme a la raqueta y a la pelota, lo único que pude practicar fueron tiros con un poco de efecto, ni siquiera pude hacer un sólo tiro rápido. Y cuando estaba en preparatoria, jugaba así, sólo Power Shots.
Un poco más tarde cuando la carne estuvo lista y todo mundo se acercó a rondar el asador, hubo la oportunidad de jugar otra vez singles. En ese momento ya tenía un poco más de confianza, y empecé a hacer más movimientos para regresar la pelota de una manera cómoda, empecé a correr de un lado a otro de la mesa para contestar todos aquellos puntos que parecían perdidos y empecé a ganar algunos juegos.
Fue emocionante, la carne era consumida en un lado del jardín y yo iba recuperando (muuuy lentamente) mis habilidades de ping pong en el otro lado. Hasta que llegó el momento del speech donde se nos explicaba el motivo de la fiesta. Casi en contra de mi voluntad, tuve que soltar la raqueta. Luego del discurso, fue dedicarme a comer uno o dos trozos de carne, antes de que sucumbieran ante algún otro Ing. en Sistemas hambriento y con menos ganas de jugar ping pong que yo.
Cuando terminé la cena, quise acercarme nuevamente a la mesa, todavía había gente jugando pero... ¡oh sorpresa!, por fin pude ver el fruto de tantos años sin tener actividad física: ¡mis piernas ya no me respondían!. Había exigido tanto durante las últimas 2 horas de juego, que simplemente ya no me podía mover sin que me dolieran. Así fue como terminó mi noche de ping pong, con dificultad para caminar y llegar al carro.
A final de cuentas, gané unos juegos más de los que perdí. Pero jugué menos tiempo del que solía jugar los fines de semana de 1994, y terminé tan cansado como si hubiera corrido el maratón... ida y vuelta. A partir de ahora, lo único que me queda, es sacrificarme y practicar ping pong más seguido, para recuperar un poco de mi condición física, es un pequeño sacrificio que tengo que hacer para mi salud, aunque ese juego ni me guste.
4 comentarios:
jejejeje pero en la prepa tambien mo la hacia mi irvin, jejeej
Bueno,
También recuerdo cuando a Juan Luis villa le apostaste un 10 o un 0
en una canasta de basquet
Lo que no recuerdo es si apostaste la calificación de todos o sólo la tuya...
Esa ves hicimos un maraton o no?
Basquet, fut y cosas así...
no me acuerdo bien, los años pesan y pasan
Pues no era bueno para el ping-pong en esos tiempos, pero ahora soy más malo.
En cuanto a lo de la canasta de basquet: Fue en la materia de Desarrollo de Aplicaciones Multimedia en Agosto-Diciembre de 1998. Era un rally deportivo... y en la prueba de basquet nadie podía meter una canasta de tres puntos, y yo dije que me jugaba mi calificación del semestre (pero sólo la mía (si hubiera apostado la de todo el grupo, y hubiera ganado, ni las gracias me hubieran dado, pero si hubiera perdido, en ese mismo momento me linchaban))en un tiro. Y la canasta entró. Probablemente la última vez que toqué un balón de esos,
pues eres malo malo malo... yo crei que me ibas a dar pelea pero nanaiz... tendre q darte otros 22 dias para ver si me das algo de pelea... ahi practicas con la papa del Fer...
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