sábado, diciembre 31, 2005

Año Nuevo

Ley de Xig #168. Siempre hay razones para creer que el próximo año será mejor que éste.

Ley de Xig #169. Siempre hay razones por las que este año no fue mejor que el anterior.

viernes, diciembre 30, 2005

Visión

Hace 15 años, cuando era un niño a mitad de educación secundaria, solía sentarme en el último asiento de la fila del centro, como a 6 ó 7 metros del pizarrón. Desde ahí tenía todo el panoroama de lo que ocurría en el salón bien controlado. Sabía quien copiaba y sabía cuando el maestro se hacía de la vista gorda. Sabía quien estaba soñando despierto/a viendo la libreta y quien realmente estaba poniendo atención. Incluso sabía quien estaba a punto de pedir permiso para salir al baño. Todo eso mientras copiaba las notas del pizarrón a mi libreta.

Hace 12 años, cuando era un adolescente a mitad de la preparatoria solía sentarme en el penúltimo asiento de la fila del centro, sólo que ahora en vez de ser 8 asientos por fila, nada más eran 4. Estaba a aproximadamente 4 metros del pizarrón. Ahora, ya había muchas cosas que pasaba por alto, ya no conocía todos los detalles de las personas que me rodeaban, y las notas en el pizarrón cada vez eran más difíciles de leer. Me estaba topando con una realidad que no estaba dispuesto a aceptar: Mi vista se estaba deteriorando.

Afortunadamente el tiempo siempre se encarga de que todos los eventos no ocurran a la vez. Pues hace 8 años, cuando cursaba la mitad de mi carrera profesional. Me ubicaba en el segundo asiento y batallaba cada vez más para leer las notas del pizarrón. Eso, aunado a que en algún momento perdí el interés en tomar apuntes, dio paso a que durante un semestre, no utilizara más de 20 o 30 hojas de la libreta... ¡para todas las materias! Así pues, había libretas que me duraban años. Al menos supongo que contribuí a que no se talara un árbol.

Por ese tiempo, empecé a practicar go-karting. Prácticamente a cualquier lugar que iba y donde viera una pista donde rentaran karts yo terminaba ahí. Eso, aunado a mi gusto por los automóviles y las carreras, era como un paraiso en la tierra. Durante la segunda mitad de los 90's, me tocó correr en kartódromos en: Monterrey, México, Guadalajara y Puerto Vallarta. Realmente era algo que disfrutaba. Algunas veces era lento, otras veces era rápido, y la mayor parte del tiempo, sólo competía contra mis propios tiempos, pues no había nadie más con quien competir.

Y no fue hasta 1999 que se abrió una pista de kartismo en Zacatecas, cuando realmente empecé a competir un poco más. Pues de alguna manera los Loosers logramos organizar la Looser Racing Teams. Donde por lo general nos reuníamos a correr aproximadamente 2 veces al mes. Las motivaciones para asistir eran muy variadas: gusto por el deporte motor, gusto por la competencia, reunirse para hacer relajo con los cuates, asistir de gorra cuando no había dinero para pagar la renta y alguien más nos invitaba, etc. etc. etc.

Durante 2000 y 2001, corrimos poco más de 30 carreras. Y durante ese tiempo, desarrollamos un sistema de competencia en el que prácticamente todo mundo tenía oportunidades de ganar. Pues los conductores más rápidos siempre iniciaban hasta atrás y además, a los conductores más lentos, se les asignaban los autos más rápidos. Así pues, si alguien rápido quería ganar, lo que tenía que hacer era pasar a quienes tenían autos más rápidos. Eso hacía carreras muy interesantes y adictivas. Era común ir detrás de alguien, ver como cometía un error en la curva, pasarlo, y en la recta siguiente, él te volvía a pasar como si estuvieras parado. Si la Fórmula 1 ofreciera este tipo de espectáculo, yo sería más fan de lo que actualmente soy.

Pero ya me estoy desviando del tema. Durante las primeras carreras de la Looser Racing Teams. Varios de mis amigos decían que se me veía una mirada de poseído mientras corría el kart. Algunos de ellos incluso decían que se veían como mis ojos brillaban a la distancia... No creo que mintieran. Pero yo estaba lejos de estar poseído y más cerca de estarme quedando ciego. Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para ver lo que ocurría en la pista. Pues mi visión en deterioro, y los cascos maltratados, hacían que fuera difícil ver los detalles de lo que ocurría a distancia.

¿Por qué no usaba lentes? Tal vez por vanidad, tal vez por pereza, tal vez por pobreza (¿cómo iba a comprar lentes si podía usar ese dinero en go-karts?). El caso es que no fue sino hasta 2005, que me di cuenta que mi vista se había deteriorado demasiado. Tanto, que cuando manejaba de noche, ya no veía los letreros, no los topes, ni nada, hasta que ya era muy tarde para reaccionar. En 2 años mi vista pasó de estatus: visión deficiente a ciego honorario. Incluso el día que fui con el oftalmólogo, parte de la conversación fue "Tú no vienes manejando, ¿verdad?". "Sí, yo vengo manejando"... "¿Y cómo le haces?!!!"

Así pues, desde Febrero de 2005 utilizo lentes. Y por exceso de falta de dinero, no había ido a una carrera de go-karts desde julio de 2004. Así que realmente nunca había manejado un go-kart con mis ojos artificiales.

Afortunadamente llegaría el día de ayer. Después de salir de trabajar, con muchísimo trabajo retrasado y en peligro de perder el empleo. Lo último en que estaba pensando era en kartismo. Fui por mi esposa y mis hermanos a un centro comercial, y ellos querían que fuéramos a la pista. Yo realmente no me sentía con ánimos. Había visto la pista al circular por Constitución, y siempre me decía "pronto tengo que ir". Pero ayer realmente no tenía ganas. Afortunadamente me convencieron pronto. Llegamos a la pista a las 8:45pm y nos dijeron que si queríamos correr tendríamos que esperarnos hasta las 9:30, pues había 2 grupos antes que nosotros. Mientras estábamos ahí, yo lo único que quería era ya irme a la casa, pues me estaba muriendo de sueño y de cansancio. Compré los boletos.

Exploré la pista desde la avenida, donde se puede observar todo el trasado y me di cuenta que el trasado era divertido y demandante, con varias curvas de radio creciente y otras varias con radio decreciente. También me pude dar cuenta de que los karts se patinaban mucho y que iba a ser una carrera demandante.

Como parte de la indumentaria, era necesario vestir una balaclava. Yo creo que más para no sudar el casco, que para que me protegiera de un incendio. El caso es que era realmente difícil ajustar los lentes una vez que me puse la máscara y hasta casi estaba resignado a correr sin lentes, a final de cuentas nunca había corrido un go-kart y visto al mismo tiempo. Afortunadamente me las ingenié, y pude sostener los lentes entre el casco, mis orejas y la balaclava.

¡Qué experiencia! Al usar los lentes pude ver muchos detalles de la superficie de la pista, las ondulaciones y la basura sobre el pavimento, que de otra manera hubieran pasado desapercibidos. Y al hacerlo, pude manejar de manera más agresiva, algo que es indispensable cuando se compite contra mis hermanos, que tienen un don natural para ser rápidos en los karts. La carrera fue tan emocionante, que pagamos 15 minutos y el dueño de la pista nos regaló otros 30 minutos. Fue una carrera muy buena, de las mejores en que he estado y todo gracias a 2 cosas, que la competencia fue de primera y que esta vez pude ver todo lo que ocurría en la pista.

El oído sigue siendo el sentido que más extrañaría si lo perdiera, pero la vista cómo ayuda.

jueves, diciembre 29, 2005

Desayuno

No comestibles
1 juego de cubiertos desechables $0.90
1 charola de plástico mediana $1.50
2 charolas de plático pequeñas $0.80
1 servilleta $0.05
1 vaso desechable $0.40

Comestibles
1 vaso de jugo de naranja Jumex $3.50
5 trocitos de papaya $0.70
1/2 fresa pequeña $0.50
1 micro panquecito $0.80
1 pseudo-crepa de zarzamora que era pseudo-tragable $2.00

Total $11.15

Un mal desayuno a 32 mil pies de altura tiene ese costo. los otros $1,042.85 son para subir y bajar.
Como dice el comercial, hay cosas que el dinero no puede comprar, pero olvidan mencionar que son muchas, muchas, muchas...

miércoles, diciembre 21, 2005

Lluvia

El pasado sábado tuve que ir a la oficina a tomar un curso de capacitación para usar el Framework con el que acabo de terminar mi primer proyecto en la compañía. Aunque esa situación hace tanto sentido como el tener que manejar mi automóvil para que me den clases de manejo. O tener que escalar el K2 para que allá arriba me den clases de alpinismo. No soy aficionado al alpinismo, hace mucho que no necesito clases de manejo, y, el sábado, descubrí que no necesitaba curso del Framework de desarrollo.

Bueno, el curso terminó y salí a pasear con mi esposa y, después de dos vasitos de nieve que me los cobraron como si estuviera pidiendo dotación vitalicia, terminé en el cine viendo Las Crónicas de Narnia. Estaba tan cerca de la pantalla, que juraría haber visto mi nombre en los créditos, entre el stunt No. 3 y el CGI #328. Así que no puedo dar una opinión objetiva de la película. Terminó el sábado, que daría cabida a un día mejor.

Al amanecer, vi por la venta (la cual he intentado clausurar infinidad de ocasiones, pero siempre se ha salvado por el poder mágico que protege el orden en la casa (del cual ya hablaré después)) que había iniciado un tradicional día de invierno en Monterrey: nublado, frío y con mucha humedad. Días como ese casi me hacen olvidar que me encuentro en una ciudad donde la calidad de vida es muy baja.

El clima era perfecto para salir a manejar, y pues decidí ir a probar dos autos. Claro después de hacer las compras de la despensa de la quincena.

De camino de la tienda de autoservicio al distribuidor de Toyota, inició la lluvia, o llovizna. Y en menos de 5 kilómetros, me toco presenciar una buena cantidad de accidentes automovilísticos. Y no es para menos, pues he visto hielo menos resbaladizo que el pavimento de esta ciudad. Eso, además de que ésta no es exactamente la ciudad donde sus habitantes conducen con mayor precaución, son los ingredientes justos para el desastre. Afortunadamente sobreviví a la masacre automovilística y pude llegar al distribuidor.

El Toyota Yaris, es un auto en el que normalmente nunca pondría mi atención. Supongo que entra en la misma familia del Klase A de Mercedes Benz, o que el Honda Fit o el Nissan Micra. Particularmente no es mi perfil favorito de auto. El espacio interior es muy bueno para ser un subcompacto. Los acabados interiores no se ven tan baratos, a excepción de la tapicería, que carece totalmente de carácter e imaginación. El manejo es lento, predecible, pero poco emocionante. Casi parecido al del Ford Escort. En ambos autos la suspensión suave esconde las imperfecciones del camino, y también esconde muy bien el límite de maniobrabilidad. Punto a favor, la conexión para Ipod. Punto en contra. El tablero central tan común en minivans nuevas. En todo caso el asiento del conductor debería estar en el centro también.

Después de dejar el Yaris en la agencia y volviendo a subir al Escort. Inmediatamente se notan los años que han pasado por el compacto de Ford. Pero es un buen auto y ya algún día que tenga dinero me comprare algo que sea más congruente con mi estilo de manejo. En camino a la agencia de Renault, todavía con lluvia. Convenientemente un accidente se iniciaba a 5 metros de distancia de mi auto. No sería la primera vez que me toque asiento de primera fila para ver como alguien en desesperación total por perder tracción, frena e intenta girar el volante hacia un lado, quitando prácticamente todo el peso, y por lo tanto tracción, a la llanta que más la necesita. Afortunadamente la Jeep Grand Cherokee no iba a más de 50 kmh, lo cual ayudó a que el golpe con el muro de contención solo doblara y tallara la defensa trasera. Amistosamente, el conductor, después de dar su trompo, nos saludó y se despidió. Casi como dándonos las gracias por haber observado el espectáculo, le devolví el saludo, pues su esfuerzo fue bien apreciado.

Al llegar a la agencia de Renault y echar una mirada al Clío, lo primero que se viene a la mente es que se ve pequeño y viejo, en comparación del Yaris. Y por poco convenzo al vendedor de que no me dé una prueba de manejo. Por fortuna, al ver un Clío recién accidentado entrar al taller, me animé. Para probar realmente si el carro era tan bueno como mucha gente dice, y sólo mi gusto por la novedad lo hace parecer inferior al Yaris.

Primer problema. El auto de prueba es automático. Nunca me han gustado los autos con transmisión automática. Pero bueno, de cualquier manera acepto la oferta de manejo.

Cinco minutos después. El ABS de el Clío ya me ha impresionado. Hace que el hielo disfrazado de pavimento parezca una lija. La caja automática es, además de automática, inteligente. O al menos está configurada para un manejo deportivo. Pues se puede sentir como se retrasan los cambios al acelerar o como ayuda durante el frenado. Realmente es difícil perder el control con este auto. Al menos el conductor de la Grand Cherokee hubiera tenido más dificultades para hacer su acrobacia.

Extrañamente, a pesar de la suspensión más firme del Clío y que el espacio interior es menor, éste es más cómodo que el Yaris. O tal vez sea la sensación de seguridad que provee el Renault y que en el Toyota parece más una promesa. Independientemente de lo que diga Palito de Pan, en su auto no me siento tan seguro.

Fue una lástima cuando el vendedor me miraba de reojo, como diciendo "a ver a que hora regresamos para que lo compres". Yo me estaba divirtiendo haciendo zig-zag y dando vueltas en una glorieta a velocidades que hubieran hecho al Escort sufrir. Fue divertido buscar el límite en este auto, casi como si estuviera menjando el Ford Ka, pero con mejor nivel de equipamiento. Me hubiera gustado seguir manejándolo, pero todo lo bueno acaba y lo tuve que devolver. Tristemente el actual Clío ya va de salida y en el resto del mundo ya no se vende, pero es muy probable que se siga ofreciendo en México aún cuando el nuevo llegue a finales del próximo año. Supongo que un auto nunca se debería descontinuar...

Para terminar, lo único que puedo decir es que tengo más probabilidades de ganarle a Alonso y a Trulli en un Clío que en un Yaris. Razón suficiente para tomar una decisión de compra.

miércoles, diciembre 14, 2005

Evolución


Uno de mis amigos acaba de comprar el nuevo Honda Civic 2006, sedan. Y aunque nada más me subí en el unos cuantos minutos, inmediatamente este auto pasó a la lista del auto más deseado que mi dinero puede comprar... al menos creo que puede.

Ayer por la tarde, leí en MotorTrend, impresa, que el civic es el auto del año. Y fácilmente puedo estar de acuerdo con ellos. Tal vez sea su línea agresiva y futurista. Tal vez sea su tablero sacado de Star Wars y Star Trek (el tacómetro parece más de Star Wars, la forma del tablero parece más de Star Trek). Tal vez sea el parabrisas extremadamente inclinado. Tal vez sea la línea roja que se encuentra 10 o 15 cientos arriba de la de otros autos de su categoría. No podría listar todas sus características, pues no lo he observado con detenimiento. No podría describir cómo se maneja, pues no creo que mi amigo me lo preste. Pero ese es un auto que definitivamente hay que tener. Tal vez esta sea la decisión más visceral que he tomado desde que aconsejé a mis padres para que compraran el Chrysler Phantom, del cual ya hablé anteriormente. Pero definitivamente creo que he madurado. Ahora que lo pienso, el tablero del Phantom y del Civic tienen ciertas similitudes. Si podemos obviar los 16 años de diferencia entre uno y otro, y que en realidad el Phantom se encontraba 2 categorías arriba del Civic de su tiempo. Pero no es de eso de lo que quiero hablar. Bueno, no del todo.

Otro de mis amigos compró el mes pasado un Volkswagen Bora. Exterior blanco, vestiduras blancas, el tablero es contrastante con el del Civic, éste es más conservador, sin caer en lo convencional. El motor de este auto es de 5 cilindros, y como ya mencioné anteriormente, se queda muy corto de la línea roja del Civic. Tuve la oportunidad de manejarlo un par de kilómetros, otra vez, muy poco para dar una opinión objetiva.

La transmisión del Bora es una something-tronic de 6 velocidades. Resulta difícil recordar el prefijo, ya que cada fabricante le agrega, por lo general, el primero que se les viene a la mente. Así tenemos step-tronic, tip-tronic... Ya ni siquiera recuerdo de qué fabricante es cada una. Pero todas quieren decir lo mismo: transmisiones automáticas, que pueden comportarse como semi-automáticas, o en otras palabras, que pueden comportarse como manuales sin necesidad de embrague.

Ahora bien, después de la pequeña introducción al tipo transmisión, es importante recordar que los cambios en el Bora, y no sé si en todas las demás transmisiones de este tipo, no son nada intuitivos. Es decir, si quiero cambiar de primera a segunda, tengo que empujar la palanca hacia el frente. Si quiero cambiar de cuarta a tercera, tengo que jalar la palanca. De entrada puede parecer intuitivo. Pero si analizamos un poco las cosas, nos daremos cuenta que esto está al revés. Si voy con el acelerador a fondo en primera velocidad, es más fácil para mi pasar la mano derecha a la palanca y jalar levemente hacia atrás para cambiar a segunda. Pues la inercia de aceleración siempre hace que nuestra espalda se pegue al asiento. Así mismo, si estoy utilizando toda la potencia de frenado, para entrar a una curva a velocidad segura, digamos 100 km/h, para el momento que deje de frenar ya voy a necesitar que el auto se encuentre en la marcha que voy a utilizar para transitar la curva. Y si en la recta anterior fuera en sexta marcha y necesitara bajar a tercera, sería mucho más sencillo mantener la inercia del movimiento del cuerpo, si en vez de tener que jalar la palanca, la empujara. Todo como parte de la relación simbiótica entre el conductor y el automóvil... tema que ya trataré más adelante.

Bueno, ese es el único pequeño detalle que encontré en el Bora, con los pocos minutos que estuve en él. Pero tampoco es de esto de lo que quiero hablar.

Lo que me intriga es que el Bora en realidad pudo haberse llamado Jetta generación 5, pues en realidad es eso, el nuevo Jetta. No obstante, en México parece que tenemos predilección por los autos viejos, y lo que es peor, a pagarlos como nuevos. No me extrañaría que el Jetta A4 actual, se siga vendiendo 5 años más. Ya pasó a mitad de los 90’s con el Tsuru III, 10 años después se sigue vendiendo, y el Sentra ya ha pasado por un rediseño total desde entonces. También pasó con el Chevy, que actualmente se sigue vendiendo, como Chevy G2, pero que a grandes rasgos es lo mismo; el actual Corsa se va a descontinuar, y en México se va a seguir vendiendo un auto que pertenece al pasado. Ya no voy a mencionar el clásico VW Beattle. ¿Por qué los mexicanos no somos exigentes y obligamos a que las constructoras de autos descontinúen sus productos viejos? O una forma distinta de plantear la misma pregunta ¿Por qué los mexicanos le tenemos miedo al cambio? O aún otra forma distinta ¿Por qué seguimos aceptando productos que en otra parte ya son considerados como basura?

Estamos frenando el proceso evolutivo, tristemente ese es el papel que muchas veces le toca jugar a este país.

¿Por qué todo mundo tiene un Jetta en la cabeza?... ¿y un tsuru, y un chevy y un vocho?

Eso lo único que hace es que las empresas automotrices encuentren un pretexto para elevar los precios de sus automóviles nuevos, que en México son mucho más caros que en otras partes del mundo… y nosotros somos responsables, en parte, de esa situación. Seguimos demandando autos descontinuados a precio de nuevos.

Por lo pronto, yo voy a intentar evolucionar. Ya tengo en la mira un Civic Coupé para 2007.