viernes, diciembre 30, 2005

Visión

Hace 15 años, cuando era un niño a mitad de educación secundaria, solía sentarme en el último asiento de la fila del centro, como a 6 ó 7 metros del pizarrón. Desde ahí tenía todo el panoroama de lo que ocurría en el salón bien controlado. Sabía quien copiaba y sabía cuando el maestro se hacía de la vista gorda. Sabía quien estaba soñando despierto/a viendo la libreta y quien realmente estaba poniendo atención. Incluso sabía quien estaba a punto de pedir permiso para salir al baño. Todo eso mientras copiaba las notas del pizarrón a mi libreta.

Hace 12 años, cuando era un adolescente a mitad de la preparatoria solía sentarme en el penúltimo asiento de la fila del centro, sólo que ahora en vez de ser 8 asientos por fila, nada más eran 4. Estaba a aproximadamente 4 metros del pizarrón. Ahora, ya había muchas cosas que pasaba por alto, ya no conocía todos los detalles de las personas que me rodeaban, y las notas en el pizarrón cada vez eran más difíciles de leer. Me estaba topando con una realidad que no estaba dispuesto a aceptar: Mi vista se estaba deteriorando.

Afortunadamente el tiempo siempre se encarga de que todos los eventos no ocurran a la vez. Pues hace 8 años, cuando cursaba la mitad de mi carrera profesional. Me ubicaba en el segundo asiento y batallaba cada vez más para leer las notas del pizarrón. Eso, aunado a que en algún momento perdí el interés en tomar apuntes, dio paso a que durante un semestre, no utilizara más de 20 o 30 hojas de la libreta... ¡para todas las materias! Así pues, había libretas que me duraban años. Al menos supongo que contribuí a que no se talara un árbol.

Por ese tiempo, empecé a practicar go-karting. Prácticamente a cualquier lugar que iba y donde viera una pista donde rentaran karts yo terminaba ahí. Eso, aunado a mi gusto por los automóviles y las carreras, era como un paraiso en la tierra. Durante la segunda mitad de los 90's, me tocó correr en kartódromos en: Monterrey, México, Guadalajara y Puerto Vallarta. Realmente era algo que disfrutaba. Algunas veces era lento, otras veces era rápido, y la mayor parte del tiempo, sólo competía contra mis propios tiempos, pues no había nadie más con quien competir.

Y no fue hasta 1999 que se abrió una pista de kartismo en Zacatecas, cuando realmente empecé a competir un poco más. Pues de alguna manera los Loosers logramos organizar la Looser Racing Teams. Donde por lo general nos reuníamos a correr aproximadamente 2 veces al mes. Las motivaciones para asistir eran muy variadas: gusto por el deporte motor, gusto por la competencia, reunirse para hacer relajo con los cuates, asistir de gorra cuando no había dinero para pagar la renta y alguien más nos invitaba, etc. etc. etc.

Durante 2000 y 2001, corrimos poco más de 30 carreras. Y durante ese tiempo, desarrollamos un sistema de competencia en el que prácticamente todo mundo tenía oportunidades de ganar. Pues los conductores más rápidos siempre iniciaban hasta atrás y además, a los conductores más lentos, se les asignaban los autos más rápidos. Así pues, si alguien rápido quería ganar, lo que tenía que hacer era pasar a quienes tenían autos más rápidos. Eso hacía carreras muy interesantes y adictivas. Era común ir detrás de alguien, ver como cometía un error en la curva, pasarlo, y en la recta siguiente, él te volvía a pasar como si estuvieras parado. Si la Fórmula 1 ofreciera este tipo de espectáculo, yo sería más fan de lo que actualmente soy.

Pero ya me estoy desviando del tema. Durante las primeras carreras de la Looser Racing Teams. Varios de mis amigos decían que se me veía una mirada de poseído mientras corría el kart. Algunos de ellos incluso decían que se veían como mis ojos brillaban a la distancia... No creo que mintieran. Pero yo estaba lejos de estar poseído y más cerca de estarme quedando ciego. Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para ver lo que ocurría en la pista. Pues mi visión en deterioro, y los cascos maltratados, hacían que fuera difícil ver los detalles de lo que ocurría a distancia.

¿Por qué no usaba lentes? Tal vez por vanidad, tal vez por pereza, tal vez por pobreza (¿cómo iba a comprar lentes si podía usar ese dinero en go-karts?). El caso es que no fue sino hasta 2005, que me di cuenta que mi vista se había deteriorado demasiado. Tanto, que cuando manejaba de noche, ya no veía los letreros, no los topes, ni nada, hasta que ya era muy tarde para reaccionar. En 2 años mi vista pasó de estatus: visión deficiente a ciego honorario. Incluso el día que fui con el oftalmólogo, parte de la conversación fue "Tú no vienes manejando, ¿verdad?". "Sí, yo vengo manejando"... "¿Y cómo le haces?!!!"

Así pues, desde Febrero de 2005 utilizo lentes. Y por exceso de falta de dinero, no había ido a una carrera de go-karts desde julio de 2004. Así que realmente nunca había manejado un go-kart con mis ojos artificiales.

Afortunadamente llegaría el día de ayer. Después de salir de trabajar, con muchísimo trabajo retrasado y en peligro de perder el empleo. Lo último en que estaba pensando era en kartismo. Fui por mi esposa y mis hermanos a un centro comercial, y ellos querían que fuéramos a la pista. Yo realmente no me sentía con ánimos. Había visto la pista al circular por Constitución, y siempre me decía "pronto tengo que ir". Pero ayer realmente no tenía ganas. Afortunadamente me convencieron pronto. Llegamos a la pista a las 8:45pm y nos dijeron que si queríamos correr tendríamos que esperarnos hasta las 9:30, pues había 2 grupos antes que nosotros. Mientras estábamos ahí, yo lo único que quería era ya irme a la casa, pues me estaba muriendo de sueño y de cansancio. Compré los boletos.

Exploré la pista desde la avenida, donde se puede observar todo el trasado y me di cuenta que el trasado era divertido y demandante, con varias curvas de radio creciente y otras varias con radio decreciente. También me pude dar cuenta de que los karts se patinaban mucho y que iba a ser una carrera demandante.

Como parte de la indumentaria, era necesario vestir una balaclava. Yo creo que más para no sudar el casco, que para que me protegiera de un incendio. El caso es que era realmente difícil ajustar los lentes una vez que me puse la máscara y hasta casi estaba resignado a correr sin lentes, a final de cuentas nunca había corrido un go-kart y visto al mismo tiempo. Afortunadamente me las ingenié, y pude sostener los lentes entre el casco, mis orejas y la balaclava.

¡Qué experiencia! Al usar los lentes pude ver muchos detalles de la superficie de la pista, las ondulaciones y la basura sobre el pavimento, que de otra manera hubieran pasado desapercibidos. Y al hacerlo, pude manejar de manera más agresiva, algo que es indispensable cuando se compite contra mis hermanos, que tienen un don natural para ser rápidos en los karts. La carrera fue tan emocionante, que pagamos 15 minutos y el dueño de la pista nos regaló otros 30 minutos. Fue una carrera muy buena, de las mejores en que he estado y todo gracias a 2 cosas, que la competencia fue de primera y que esta vez pude ver todo lo que ocurría en la pista.

El oído sigue siendo el sentido que más extrañaría si lo perdiera, pero la vista cómo ayuda.

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