Un día común, tan común como cualquier otro, te involucras en una plática trivial, tan trivial como cualquier otra. Y después de comprobar que no siempre las conversaciones son simples monólogos que se entrecruzan, te das cuenta de algo acerca del pasado que ahora parece obvio pero entonces no lo era tanto.
Y en ese preciso momento, cuestionas el estado actual en que te encuentras. Cuestionas las entonces causas de las pasadas consecuencias que ahora son causas del futuro inmediato.
La conversación continúa, te ofrece piezas de información que, en otra situación o momento parecería tan hueca y sin sentido.
Sin embargo no lo es, cada bit de información que recibes encuentra su paso para navegar hacia atrás, brincando entre eventos insignificantes y llenando los huecos con los que has vivido durante años. Huecos que en realidad no sabías que existían.
Las palabras toman una connotación que es ajena al observador externo y con toda la carga emocional e intelectual que implica, se vuelven efímeras para los interlocutores.
El resultado termina dando sentido a un pasado que nunca ocurrió, quitando sentido al futuro y apenas haciendo inteligible el presente que se distorsiona lenta, pero firme y constantemente.
Finalmente termina y te deja un sentimiento de ansiedad y desesperación que será tu alimento por mucho tiempo; hasta que otro evento insignificante, tan insignificante como cualquier otro, te cambie nuevamente.
Y en ese preciso momento, cuestionas el estado actual en que te encuentras. Cuestionas las entonces causas de las pasadas consecuencias que ahora son causas del futuro inmediato.
La conversación continúa, te ofrece piezas de información que, en otra situación o momento parecería tan hueca y sin sentido.
Sin embargo no lo es, cada bit de información que recibes encuentra su paso para navegar hacia atrás, brincando entre eventos insignificantes y llenando los huecos con los que has vivido durante años. Huecos que en realidad no sabías que existían.
Las palabras toman una connotación que es ajena al observador externo y con toda la carga emocional e intelectual que implica, se vuelven efímeras para los interlocutores.
El resultado termina dando sentido a un pasado que nunca ocurrió, quitando sentido al futuro y apenas haciendo inteligible el presente que se distorsiona lenta, pero firme y constantemente.
Finalmente termina y te deja un sentimiento de ansiedad y desesperación que será tu alimento por mucho tiempo; hasta que otro evento insignificante, tan insignificante como cualquier otro, te cambie nuevamente.
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