La mayoría de las veces, es difícil encontrar una frase para iniciar un texto. Y dada esa dificultad, creo que el mensaje de este día carecerá de primera oración. Pues no encontré la adecuada.
No obstante, espero poder encontrar oración final. Las cuales también son díficiles de encontrar. Pero una vez que tenemos el inicio y el fin, sólo hay que esperar a que las cosas fluyan en medio, estirándose de un lado a otro, hasta que se encuentran.
De la misma manera que dejamos que la especificación se convierta en el software, o que el agua se convierta en cerveza.
Bueno, pero no es de nada de eso de lo que pretendía hablar. El tema al que quería llegar (irónicamente sin un ejemplo de esa fluidez mencionada hace dos párrafos) está relacionado con la pequeña pero filosófica plática con C#eco, donde intentábamos recordar qué fue primero si el Ipod o el Civic. Y más tarde una pregunta de Ekkaia de que si Évelyn se había comido mi blog o si lo había usado como pañal en un momento de desesperación.
¿Exactamente a donde va todo esto? Todo esto está relacionado con la billetera vacía y con la distancia entre dos galxias cualquiera. Sin olvidar que, aunque pequeños, somos una parte del mundo que habitamos, de la galaxia que por azar nos tocó conocer de cerca, y de un universo que no terminamos de comprender. A final de cuentas, cuando nos sentamos a meditar sobre el vacío que hay entre cada uno de los cuerpos que habitan el universo, pronto nos daremos cuenta que el universo está hueco que lleno, y de la misma forma en que los electrones que orbitan al núcleo, dejan un espacio entre sí, nos es fácil inferir que el universo está completamente imbalanceado: Es más vacío que materia... es más 'nada' que 'algo'.
Luego, haciendo un zoom-in, intentamos centrarnos en lo que nos es familiar: La Vía Láctea, el Sistema Solar, pasando por Plutón, que difícilmente va a protestar que se le considere un planeta menor como a Ceres, llegamos a La Tierra. Intentemos obviar el hecho de que el universo es un vacío infinito, donde singularidades en forma de materia y energía se manifiestan. Llegamos al mundo del hombre. Ese pequeño rincón en las orillas de una galaxia como cualquier otra. Donde el vacío se ha acomodado de cierta forma, que ha permitido que una raza pseudo-inteligente crezca y se desarrolle, en muchos otros rincones del universo ya se desarrollaron inteligencias más efectivas.
Hacemos zoom-in hasta llegar a un individuo promedio de la raza humana. No el genio que trabaja en un laboratorio bajo tierra en Europa, ni el millonario que vive preocupado de vanalidades en su departamenteo en Nueva York. Ni el religioso que vive con lujos a las expensas de los creyentes. Cuando hacemos zoom al ser humano promedio. Llegamos a aquellos que tienen un vacío en su billetera (si es que la tienen), aquellos que no siempre tienen algo para comer; personas que no encuentran mucha diferencia entre lujos y necesidades básicas, pues para ellos son igual de difíciles de satisfacer. Cuando vemos al individuo promedio, y lo comparamos con la avanzada, inteligente, consciente, próspera, etc. que se autoconsidera la cultura humana. Podremos ver, si nos acercamos y observamos con especial atención al detalle, cómo el vacío del que está formado el universo, no está ausente en el mundo del humano.
¡Y vaya! que la cultura humana es complicada. Y dada la importancia que el ser humano da a elementos propios de la cultura, de la especie; e intentando comprender la realidad desde una perspectiva limitada, nos damos cuenta que el humano es complejo no por casualidad, sino por necesidad. Y esa elaborada maraña que la especie misma se ha creado y también convencido de que es la realidad; en cierta forma cuestiona la inteligncia de la que alardea la especie. Y es dentro de esa complejidad que llegamos a otra paradoja: El alcance limitado de mis acciones está confinado al vacío inmediato que tengo al alcance de la mano, al alcance del vacío que rodea la singularidad de materia que he creído ser. Sin embargo, la interacción entre dos vacíos, no va a cambiar nada. No importa lo poco o mucho que pueda hacer, nada va a cambiar nada. La singularidad de la materia está en desventaja contra el resto del universo. Somos vacío en potencia, esperando que cuando llegue el momento, una singularidad de la que no hay prueba se manifieste y nos hagamos uno con el universo, con su vacío. Desde ahora lo somos, siempre lo hemos sido. No lo aprovechamos, pues no nos damos cuenta.
No obstante, espero poder encontrar oración final. Las cuales también son díficiles de encontrar. Pero una vez que tenemos el inicio y el fin, sólo hay que esperar a que las cosas fluyan en medio, estirándose de un lado a otro, hasta que se encuentran.
De la misma manera que dejamos que la especificación se convierta en el software, o que el agua se convierta en cerveza.
Bueno, pero no es de nada de eso de lo que pretendía hablar. El tema al que quería llegar (irónicamente sin un ejemplo de esa fluidez mencionada hace dos párrafos) está relacionado con la pequeña pero filosófica plática con C#eco, donde intentábamos recordar qué fue primero si el Ipod o el Civic. Y más tarde una pregunta de Ekkaia de que si Évelyn se había comido mi blog o si lo había usado como pañal en un momento de desesperación.
¿Exactamente a donde va todo esto? Todo esto está relacionado con la billetera vacía y con la distancia entre dos galxias cualquiera. Sin olvidar que, aunque pequeños, somos una parte del mundo que habitamos, de la galaxia que por azar nos tocó conocer de cerca, y de un universo que no terminamos de comprender. A final de cuentas, cuando nos sentamos a meditar sobre el vacío que hay entre cada uno de los cuerpos que habitan el universo, pronto nos daremos cuenta que el universo está hueco que lleno, y de la misma forma en que los electrones que orbitan al núcleo, dejan un espacio entre sí, nos es fácil inferir que el universo está completamente imbalanceado: Es más vacío que materia... es más 'nada' que 'algo'.
Luego, haciendo un zoom-in, intentamos centrarnos en lo que nos es familiar: La Vía Láctea, el Sistema Solar, pasando por Plutón, que difícilmente va a protestar que se le considere un planeta menor como a Ceres, llegamos a La Tierra. Intentemos obviar el hecho de que el universo es un vacío infinito, donde singularidades en forma de materia y energía se manifiestan. Llegamos al mundo del hombre. Ese pequeño rincón en las orillas de una galaxia como cualquier otra. Donde el vacío se ha acomodado de cierta forma, que ha permitido que una raza pseudo-inteligente crezca y se desarrolle, en muchos otros rincones del universo ya se desarrollaron inteligencias más efectivas.
Hacemos zoom-in hasta llegar a un individuo promedio de la raza humana. No el genio que trabaja en un laboratorio bajo tierra en Europa, ni el millonario que vive preocupado de vanalidades en su departamenteo en Nueva York. Ni el religioso que vive con lujos a las expensas de los creyentes. Cuando hacemos zoom al ser humano promedio. Llegamos a aquellos que tienen un vacío en su billetera (si es que la tienen), aquellos que no siempre tienen algo para comer; personas que no encuentran mucha diferencia entre lujos y necesidades básicas, pues para ellos son igual de difíciles de satisfacer. Cuando vemos al individuo promedio, y lo comparamos con la avanzada, inteligente, consciente, próspera, etc. que se autoconsidera la cultura humana. Podremos ver, si nos acercamos y observamos con especial atención al detalle, cómo el vacío del que está formado el universo, no está ausente en el mundo del humano.
¡Y vaya! que la cultura humana es complicada. Y dada la importancia que el ser humano da a elementos propios de la cultura, de la especie; e intentando comprender la realidad desde una perspectiva limitada, nos damos cuenta que el humano es complejo no por casualidad, sino por necesidad. Y esa elaborada maraña que la especie misma se ha creado y también convencido de que es la realidad; en cierta forma cuestiona la inteligncia de la que alardea la especie. Y es dentro de esa complejidad que llegamos a otra paradoja: El alcance limitado de mis acciones está confinado al vacío inmediato que tengo al alcance de la mano, al alcance del vacío que rodea la singularidad de materia que he creído ser. Sin embargo, la interacción entre dos vacíos, no va a cambiar nada. No importa lo poco o mucho que pueda hacer, nada va a cambiar nada. La singularidad de la materia está en desventaja contra el resto del universo. Somos vacío en potencia, esperando que cuando llegue el momento, una singularidad de la que no hay prueba se manifieste y nos hagamos uno con el universo, con su vacío. Desde ahora lo somos, siempre lo hemos sido. No lo aprovechamos, pues no nos damos cuenta.
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