El negocio no iba bien, y no salía para comprar las llantas y motores que el Escort consumía a niveles sorprendentemente altos. Había quienes me decían: 'No lo corras' y obviamente yo no lo iba a despedir, pues no tenía otro auto para disfrutar de la velocidad (en retrospectiva, creo que se referían a que no abusara del pedal del acelerador).
El caso es que regresé a trabajar a la ciudad de Monterrey, pero ya no era tan fácil como cuando era soltero, que de un día para otro podía cambiar de ciudad de residencia sin problema. Durante un par de meses, yo estuve viviendo en Monterrey y mi esposa estaba en Zacatecas, esos meses viajaba cada fin de semana mientras arreglábamos todo lo necesario para cambiar de ciudad (la complejidad se eleva exponencialmente con el número de miembros de la familia).
Ese viernes estaba muy cansado cuando salí de la oficina como a las 8:00pm, estaba empezando a resentir los viajes y desveladas. Pero aún así, tomé la carretera a Saltillo. A medio camino, como a las once de la noche, sentía los ojos muy pesados y que mis reflejos se estaban haciendo lentos. Precisamente por el cansancio iba a un ritmo lento, rara vez excediendo 110 kms/h. Creí que se me pasaría; pero no, una hora después, como 100 kilómetros antes de llegar a Zacatecas me aproximaba a una de las pocas curvas que tiene la carretera Zacatecas-Saltillo. Hubo un momento en que vi la curva a la distancia y mis ojos se cerraban, el sonido del motor enmudecía y los brazos descansando sobre el volante pesaban como rocas. Cuando reaccioné, iba a mitad de la curva, casi invadiendo carril y un trailer circulando en el otro sentido estaba a unos pocos centímetros a mi izquierda: ¡Me había quedado dormido conduciendo!
La adrenalina produjo esa adictiva sensación de opresión en el pecho y mis sentidos se pusieron alerta nuevamente. Intenté racionalizar lo que había pasado: Había recorrido al menos 300 metros dormido al volante, pero antes no iba mucho más conciente, pues si bien era curva, era una curva plana en la mitad de la nada, y no recuerdo el trailer hasta que estaba a pocos centrímetros de mi cabeza. Fácilmente ese trailer estuvo en mi línea de visión por un minuto, y nunca lo vi, no lo recuerdo.
Busqué la salida más próxima, y unos pocos metros después me bajé de la carretera, recliné el asiento e intenté dormir. 20 minutos después estaba más descansado, al menos lo suficiente para terminar el viaje sin que otros vehículos aparecieran "mágica y sorpresivamente" frente a mí (y si aparecieron, no los recuerdo).
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