La última vez que estuve resfriado (septiembre y octubre del año pasado), realmente no salí sino hasta que recibí las llaves del Swift (que para este momento ya ha acumulado sus primeros 10,000 kilómetros).
Nunca terminé de publicar las pruebas de manejo de todos los autos que conduje para poder decidirme por el Suzuki. Cada vez es más difícil encontrar tiempo para pensar dos incoherencias que puedan ser transformadas en un post.
Lo único que sé es que cuando me resfrío y los anthistamínicos empiezan a hacer su trabajo, las sinapsis fallidas entre mis neuronas empiezan a producir el extraño efecto de considerar como buenas ideas algunas que de otra forma no lo serían. Los sueños se hacen más vívidos y es difícil mantenerse despierto, y es difícil mantenerse dormido.
Y es en momentos así es fácil arrepentirse de lo que se ha dicho (y de lo que no). A veces es desconcertante querer pensar algo y no saber cómo. Y es angustiante querer olvidar algo y tampoco poder hacerlo.
Pero dentro de tanta imaginación, entre sueños y realidades amalgamadas, hay pequeños instantes de sueños lúcidos, donde vemos todo claramente, todo aquello que en el pasado nos negamos a observar. Y el instante se va, el recuerdo se queda impreso en la memoria y nunca más volverá a abandonarte.
Si todo fuera tan fácil como salir a comprar un auto, supongo que todo seguría siendo igual de complejo. Aún no estamos listos para salir a buscar el Mazda6, ni aunque el resfriado me dure lo que resta del año.
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