Siempre hay pequeños momentos de nuestra extroversión que deberían permanecer inhibidos. Pues tarde o temprano estaremos exponiendo algo que no podrá volver a ocultarse ante los demás.
Y más cuando el motivo de la extroversión nos es involuntariamente invisible y por lo tanto, para el observador externo, es incongruente.
Tarde o temprano, todos, somos alcanzados por las consecuencias de la incongruencia. Y muchas veces, si no discernimos nuestro rol en la complicada red de eventos, llega el momento en que nos convertimos en el motivo de la consecuencia.
Y más cuando el motivo de la extroversión nos es involuntariamente invisible y por lo tanto, para el observador externo, es incongruente.
Tarde o temprano, todos, somos alcanzados por las consecuencias de la incongruencia. Y muchas veces, si no discernimos nuestro rol en la complicada red de eventos, llega el momento en que nos convertimos en el motivo de la consecuencia.
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