Ayer en la noche, mientras mi esposa y yo buscábamos algo que ver en la televisión, encontramos un reportaje, en el cual mostraban un niño de 3 años de edad, que podía identificar prácticamente todos los autos que circulaban por las calles. Un niño que no sabía leer ni escribir. Mi esposa dijo: "Mira, seguro que así estabas tú" a lo que le respondí: Sí, casi.
En ese momento recordé algunas pláticas que tuve con mi mamá de cuando yo era un niño pequeño, básicamente la única fuente que tengo para entender mi vida durante los primeros 2 años y 8 meses, son mis padres. Realmente no recuerdo nada que haya transcurrido durante los primeros 32 meses de mi vida, sólo algunas imágenes estáticas.
Coincidentemente a esa edad fue cuando mi padres se mudaron de la Ciudad de México a Zacatecas. Considerando que cambiarse de ciudad es una de las experiencias más traumáticas y estresantes a las que se puede enfrentar una persona, comparadas a las de la pérdida de un ser querido o haber sufrido un fuerte accidente. Entonces entiendo por que mi mente borró los primeros meses de mi vida. Supongo que esa situación también me inmunizó a la mudanza, pues he cambiado mi lugar de residencia 5 veces después de entonces y ya no me cuesta nada de trabajo hacerlo.
Pero bueno, los traumas de la infancia y en general cómo los abordamos, será un tema que después tratemos. En realidad a lo que iba es que según lo que me cuentan mis padres, cuando yo era un niño pequeño (más pequeño que ahora), de menos de 3 años, me la pasaba identificando los autos. Los conocía por marca y por nombre y por el ruido que sus motores hacían. Esa tarea sería mucho más difícil hoy, pues la gran cantidad de marcas que hay en el mercado requrirían que la mente del infante asimilara muchísima información. Por otro lado, eso tampoco exime a muchas personas que no reconocen, siquiera, los demás autos que son iguales a los que manejan.
No creo que exista tal cosa como el destino, aunque lo pequeño de nuestras acciones y el alcance limitado de las consecuencias de nuestros actos, hagan parecer que sí existe. Pero algunas veces me siento a pensar y me parece que mi destino era dedicarme a algo más relacionado con los automóviles. No sé en qué momento hice uso de mi libre albeldrío para decidir que iba a ser un profesionista de las Tecnologías de Información.
Es decir, desde pequeño todo parecía indicar que iba a ser vendedor de autos, o piloto, o algo así. Y simplemente el resultado final no fue ese.
Afortunadamente tenemos libertad de elección, un tema tan de moda en México durante este año. Aunque en este aspecto las opciones que tenemos disponibles son realmente pobres, no creo que la política se haya ido en picada durante los últimos años, supongo que debe ser que el criterio de los electores les permite observar las cosas desde un punto más objetivo (aunque aún tenemos los que son tan fanáticos a la política como el Xig promedio a la Fórmula 1).
Supongo que la calidad de la política actual no justifica la enorme cantidad de dinero que el país gasta en 'Democracia'. Es decir, hay que buscar muy exahustivamente para encontrar un político que no busque beneficiarse de una u otra manera con el dinero del pueblo. Es decir, ser político es un trabajo, y no se puede eliminar el hecho de que los puestos públicos gestionen los recursos del pueblo. Pero sí se puede limitar el hecho de que sean los recursos del pueblo los que alimenten las campañas electorales. A fin de cuentas ¿Por qué el pueblo debe mantener a los Partidos Políticos?. Esas instituciones son altamente ineficientes, demasiados recursos para tan pocos logros. Supongo que si los recursos para las campañas, tuvieran que salir de los mismos partidos, haría que la política fuera más eficiente. Pues no podrían darse el lujo de regarla con trabajo de baja calidad, y esperando a que el IFE les diera más presupuesto después de las elecciones.
Además, de esa manera los partidos políticos estarían obligados a ser realmente productivos, ahora un partido político no es más que una agencia de mercadotecnia sobredimensionada y mal gestionada (ya sin considerar que las agencias de mercadotecnia no son de las industrias más productivas para el bien de la humanidad (Olvidemos un poco que vivimos en una sociedad de consumo donde el posicionamiento de la marca lo es todo (todo para algo que en realidad es nada (las sociedades de consumo y el posicinamiento de marcas no son autosustentables, dependen de que haya insituciones realmente productivas para poder obtener el valor agregado que tiene esa camisa de $4,500 pesos. Quitamos las instituciones productivas y el valor de los bienes desaparece, ahora un jitomate en buen estado vale más que la camisa más cara))). Los partidos políticos bien podrían dedicarse a lavar autos en los centros comerciales, o a industrializar productos agrícolas para su exportación o ya de perdido a alimentar las palomas de catedral y utilizarlas como alternativa al SMS de la telefonía celular. Ofreciendo algo más que contaminación visual y auditiva. Actualmente es de más trascendencia utilizar mi libertad de albeldrío para decidir qué papel higiénico comprar.
Pero bueno, regresando un poco a los temas que son propios de este blog. He estado tratando de encontrar el punto exacto en el que vale la pena embarcarse en la aventura de obtener un crédito hipotecario para comprar una casa. Eso sí que es algo trascendente y que requiere de toda mi atención, pues la tranquilidad de mi hija (ya muy próxima a nacer (mi esposa en este momento ya debe estar cronometrando contracciones)) depende de que esa decisión la tome justo en el momento. Ya después comentaré mis descubrimientos al respecto, lo único que puedo decir en este momento, es que no siempre es mejor pagar hipoteca que pagar renta.
Y la otra decisión importante que requiere de mi libertad de elección y de las habilidades de identificación de autos que he tenido casi desde que nací, es ésta: Para 2007, ¿Mazda 3 o Dodge Caliber?
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